El camarada revolucionario chileno, Salvador Allende, dijo que "ser joven, y no ser revolucionario, es una contradicción hasta biológica"; de ahí que las juventudes tengamos la obligación moral, ética, social y cívica de revolucionar nuestros espacios.

Hace poco, unos meses, escribí sobre las formas en las que se agrupan los jóvenes, a quienes se juzga erróneamente,  de ser apáticos y apartados de los procesos políticos y sociales; dije, que las y los jóvenes se agrupan según sus intereses comunes para lograr fines específicos; y que su fin común, es logar la transformación de la vida social y la mejora de las condiciones de vida de quienes participan en su dinámica, pero que finalmente, si inciden y transforman su realidad próxima. Hablé, de la formación de las colectivas y los colectivos. 

Yo les dijo, lo afirmo y reafirmo: ¡las juventudes sí son revolucionarias!, y sí transforman su realidad, sí participan en los procesos políticos y sociales.

Ahora bien, sabiendo que las juventudes sí se organizan, participan y transforman su realidad, es imperioso que definamos cómo -deberían- actuar de cara al proceso de elección en el país, pues por primera vez en la historia, estamos ante la presencia de las elecciones más grandes de la historia: 90 millones de electores de los que, poco más del treinta por ciento serán jóvenes de 18 a 30 años... 

El papel de la juventud en este proceso será (y de hecho es) fundamental.